CUANDO LOS MANDATOS FAMILIARES, LASTIMAN

Los mandatos familiares son esas bases sobre las cuales, las familias organizan su vida, ayudan a forjar la identidad de cada familia, son los que marcan lo que se espera de cada miembro de la familia, organizando sus roles y funciones: "padre debe ser el proveedor", "el hijo debe ser obediente", "la madre debe cuidar de todos", entre otros, en ese sentido, los mandatos o legados familiares ayudan a dar cierta sensación de integralidad y lealtad familiar, que ayudan a que la familia se organice para poder seguir adelante en sus proyectos.

Sin embargo, los mandatos a veces pueden ser una fuente de estrés, porque como han sido legados familiares, a veces pareciera ser que no somos capaces de cuestionarlos, sobre todo si nos ocasionan malestar, entonces cuando a la familia se le dificulta ser flexibles y realizar ciertos cambios en la forma de hacer o decir las cosas, en la medida que cada miembro va creciendo y encontrando sus propios gustos y formas de ser y hacer, en donde cada uno va trazando su propio camino, entonces el hecho de que la familia se apegue a sus mandatos, puede dificultarles el acompañamiento en el proceso de independencia y autonomía de cada uno de sus miembros, que es una de las principales funciones de la familia.

Otra función de la familia es el del reconocimiento de las diferencias individuales, en la medida que cada miembro de la familia va creciendo, van cambiando los gustos, las formas de comunicarse e incluso el deseo de independencia y autonomía para ser ellos mismos, lo que puede ser una prueba de fuego para los mandatos familiares predeterminados y cuando alguien no quiere "ser" lo que la familia necesita que sea, genera serias dificultades relacionales, porque la familia no está siendo capaz de flexibilizarse y reorganizarse frente a estos cambios, llegando incluso a excluir de la familia a la persona que "negó" su mandato familiar, ubicándolo como una deslealtad a la identidad familiar y por supuesto que esta situación genera mucha tensión emocional a quienes han sido excluidos de la familia.  

Entonces las familias necesitamos aprender a que, sin perder la sensación de pertenencia, respetar los cambios por los que atraviesa cada miembro de la familia, acompañarlos, no es traicionar el legado familiar, sino, que precisamente como familia, seguimos apoyándonos unos a otros.

P.D. Las familias necesitan adaptarse, ser más flexibles, pero en caso de no ser así, bueno, siempre está la posibilidad de cortar con los vínculos familiares trabajando la culpa que eso genera y construir nuevas y sanas redes de apoyo social.

Adriana Sofía Silva Silva, Psicóloga, magíster en psicología, máster en terapia familiar sistémica. Filigrana Caribe S.A.S.

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